La nueva espera


Hace ya unos meses que nos enteramos de que estábamos esperando un nuevo bebé en la familia aunque para no perder la costumbre, no ha ido como esperábamos y la cosa ha sido más complicada de lo que nos habría gustado.

Hace poco que tomamos la decisión de aumentar la familia. I estaba a punto de cumplir los 4 años (de hecho, los cumplió 2 días antes de escribir esto) y preferíamos que nuestros hijos no se llevasen mucho más tiempo entre ellos. Como suele pasar con los segundos embarazos y sucesivos, el positivo llego antes de lo esperado y aunque fue motivo de alegría, también lo fue de sorpresa por lo rápido del logro.

Después de un primer embarazo que acabó en un aborto espontáneo, el embarazo de I fue bastante malo psicológicamente hablando y aún recuerdo los llantos casi diarios por el miedo a que, de nuevo, no saliese bien. Todo esto, pese a que en el embarazo de I el único problema fue una diabetes gestacional con la que, ya os comentaba en otro post, que no estaba de acuerdo ni en el diagnóstico ni en el tratamiento. Así que en este embarazo, me propuse tomármelo con calma y no pasarlo tan mal como en el anterior pero claro, basta que te propongas algo para que te salga todo del revés y tengas todas las dificultades del mundo para cumplir tu propósito.



En fin, la cuestión es que a las 6 semanas y media de gestación (un par de semanas después de enterarnos del embarazo) tuve un sangrado muy importante y acabé en urgencias donde, después de una ecografía, nos explicaron, y aquí viene la parte surrealista, que en realidad había dos bolsas gestacionales y que una de ellas (probablemente sin embrión) se estaba desprendiendo y era la causa del sangrado. La cuestión es que yo ya me había hecho una ecografía anterior y de la segunda bolsa no había ni rastro así que nuestra cara de pasmados fue bonita. Además, para ser sincera, cuando acudí a urgencias ya no tenía ninguna esperanza de que el embarazo siguiese adelante pero mira, sorpresas que te da la vida. El tratamiento después de la visita a urgencia: progesterona y reposo absoluto durante unos días hasta que viese a la comadrona (tenia visita 4 días después) y otra ecografía de control a la semana y a los 15 días.

La visita a la comadrona fue bien y, aunque seguía perdiendo, parecía que no iba a ser algo grave y que en seguida volvería a hacer una vida más o menos normal o eso parecía hasta que me hicieron la ecografía de control 1 semana después de ir a urgencias. Resulta que de la segunda bolsa nada de nada y que lo que tenia era un hematoma que era como el doble de la bolsa gestacional (no hace falta que os explique todo lo que se me revolvió por dentro cuando vi la ecografía). Así que de vida normal nada de nada, a casita y reposo relativo hasta nueva orden que probablemente no llegaría hasta el segundo trimestre de embarazo. Y como añadido, continuamos con la progesterona.



En aquel momento, creo que nadie veía claro el futuro del embarazo, yo seguía con pérdidas (aunque pocas) y la progesterona hacia que fuese medio zombie y las nauseas del embarazo remataban la faena. Todo esto, sumado al hecho de que estaba en casa casi todo el día y de que había muchas cosas que no podía hacer, digamos que no me puso muy fácil lo de tomarme las cosas con tranquilidad. A pesar de eso, creo que me lo he tomado con bastante filosofía pese a los altibajos.

En la siguiente visita con la ginecóloga, me atendió otra ginecóloga distinta y me aumentó la dosis de progesterona lo cual fue un gran palo para mí ya que me sentaba bastante mal pero parecía que el hematoma se iba reduciendo y que el futuro bebé resistía y continuaba como si la cosa no fuera con el/ella. Así hemos continuado hasta las 13 semanas en que me hicieron la ecografía que me tocaba por el primer trimestre (la de control habitual vaya) y la ginecóloga nos dio la buena noticia de que el hematoma ya era apenas visible y que, además de bajar la dosis de progesterona para eliminarla en una semana, en 2 o 3 semanas ya podía volver poco a poco a mi vida normal. Esto no sería del todo cierto ya que he empalmado la baja con las vacaciones de verano pero al menos, puedo conducir, salir, pasear, irme de vacaciones sin padecer y otro largo etcétera de cosas que, aunque parecen tonterías, os invito a que estéis 2 meses sin poder hacer.

Ahora ya estamos en la semana 20 del embarazo, ya lo hemos contado a todo el mundo y, desde hace poco, podemos sentir claramente las pataditas de nuestro nuevo bebé pero he de reconocer que se me está haciendo muy cuesta arriba ya que tengo la sensación de llevar una eternidad embarazada y para colmo, me ha quedado como propina una ciática causada, seguramente, por el tiempo que he estado de reposo. En fin, espero que al menos ahora podamos disfrutarlo que ya va siendo hora.



A todo esto, I está encantada y no le importó hacer sacrificios por el bien de su futuro hermano/a (no podía cogerla en brazos, columpiarla, sentarme en el suelo con ella,...). Al menos en cuanto a apoyo no puedo quejarme y ahora solo nos queda que pase el tiempo (esperemos que sin más sustos)

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